23 octubre, 2014

Olas bipolares

Las olas no duermen,  siempre andan despiertas, alerta. Sabía cogerlas desprevenidas cuando la marea bajaba, acariciándolas, siendo parte de ellas. Reía con esa maravilla.
Luego supe que eran olas. Y las olas no tienen recuerdos. Por eso huía más tarde, cuando había marejada. Se ponían agresivas, parecía que no me recordaban.
Insistía a diario. Me acercaba a la playa tratando de entender qué mal les había hecho para que se avalanzaran sobre mí en horas concretas del dia, y su respuesta era siempre la misma: buscar con fuerza la orilla y morir tras ello, exhaustas.
Conocí las lunas, estudié las mareas. Conecté con el mar y, contemplaba la luna reflejada en el agua.
A pesar de todo, nunca conseguí hacerme amiga de las olas.

08 marzo, 2013

Mejor pensar que no pienso.


¿Acaso he podido cogerle el gusto a despistarme? 
Me mantenía en alerta para evitar tropiezos y bajaba la guardia cuando ya no había nada con qué tropezar. Era sencillo, los tropiezos me enseñaron los lugares que tenían baches en los caminos que frecuentaba, y había aprendido a saltar por encima de ellos o esquivarlos y mirar al horizonte, al futuro. Digo el horizonte porque desde mi posición tenía pinta de no tener fin, y esa idea me gustaba.
Un buen día comencé a preocuparme. Y, como no iba a ser menos, culpé al futuro (que por aquel entonces se convirtió en presente) porque no me había avisado de lo que se avecinaba. Más tarde supe que no le guardaría ninguna clase de rencor. Mira que había conocido por aquellas sendas caminantes... pero un "hasta luego" bastaba para dejarlos ir sin que me invadiera ninguna clase de extraño sentimiento. Ellos tenían su camino, y yo el mío. Fin de la historia.
Un despiste lo tiene cualquiera...pero no cualquiera sabe cuándo se despistará. 
Un buen día comprendí que tenía posibilidades de despistarme. Nunca me paraba en el camino, y aquella vez lo había hecho. Luego me dio rabia ¿qué fueron, segundos? Suficiente para considerarlo y no poder olvidar. Esa vez giré todo mi cuerpo por curiosidad, sentía necesidad de mirar hacia atrás, e ignoré a mi preciado horizonte por primera vez en mucho tiempo. 

Y me despisté. Me sabía el camino pero me olvidé de él por pensar en otras cosas.
Y eso nunca lo había hecho, 
y  entonces me preocupé,
y ahora sigue preocupándome...

"Controlamos todo, aquello que no queremos que pase, no pasará."                                                                                                                            

21 enero, 2013

Ni tanto, ni tan calvo.

Tal vez sea bueno avisar y percatarse de que no todos nuestros interrogantes tienen respuesta. O bueno, tal vez algunos ni se lo merezcan, porque la solución está tan clara que la pregunta sobra. Ojalá nunca nos cansemos de preguntar a diestra y siniestra. Porque se sobreentiende que el que no pregunta, no tiene dudas. O lo tiene todo muy claro, o lleva rato a la deriva...

01 enero, 2013

¡Feliz 2013!



Suelten sus palos, mochilas, sacos de dormir y esterillas. Échense, tírense en el suelo, da igual dónde, y miren al cielo mientras respiran profundamente. Sí, aquí estamos. ¿Ven? Hemos llegado, juntos…
Anoten en su cabeza, esta ha sido una etapa de nuestro camino. Miren hacia atrás. Aunque parezca mentira, aunque ahora sonriamos con nostalgia, ese es el mismo camino que se nos hizo grande más de una vez. Al principio dudamos de nuestras posibilidades, pero nos enfrentamos a él con valor. Nos alimentaba la ilusión.
Todo se hizo llevadero al principio. Incluso la mochila en la que cargabas lo que necesitabas para seguir caminando era un guante. Confiabas en tus piernas, en tus posibilidades, y ayudaban las ganas que los demás tenían y te contagiaban. Y ese camino se convirtió en una experiencia similar al año que se va ahora. Encontramos más de una cuesta en la que tuvimos que coger carrerilla y apoyarnos en los demás, pero también descubrimos bajadas en las que respirabas aliviado porque sabías que aquello sería fácil. Y cuántas veces no nos reímos y cantamos desafinados porque llegamos a nuestro destino; y cuántas sufrimos pensando en abandonar, rendidos porque aquello se nos hacía interminable.
Aunque caminaras solo alguna vez, la compañía se hacía indispensable a diario. Ahora caigo en la cuenta y agradezco a todas esas personas que hicieron que este año fuera como el camino: especial, mágico, real. A las que aunque tronara o hiciera sol estuvieron conmigo, a las que no se quedaron lo suficiente, y a aquellas que hoy sigo recordando con lágrimas en los ojos porque se fueron sin avisar. Gracias por ser mi bastón.
Ahora sorprende la cantidad de kilómetros andados. Sólo cuando terminas te parece insuficiente y te sientes satisfecho con lo que hiciste, pero día a día mirabas los carteles, flechas y vieiras con los ojos bien abiertos (por si se podía descontar alguno).
Recuerdo un momento cuando las palabras se quedaron pequeñas. Alzamos la cabeza, muertos en vida podría decirse, después del pedregoso camino y vimos cumplido nuestro sueño. Allí estaba la catedral, inmensa, preciosa, enorme.
Deseo que lleguen muchos más caminos, porque empiezo a anhelar este. Inspiren con ganas, demos la bienvenida al 2013.

PD: Publicado en Tuenti ayer, cuando aún seguíamos en el 2012. Probablemente se me escaparon muchas cosas, y otras no se pueden escribir, permanecen dentro. ¿Lograron comerse las 12 uvas, o comen aceitunas como alguien que yo sé? :)

19 agosto, 2012

Cenizas.

Seguirán existiendo veranos, pero no todos quedarán grabados en nuestra memoria. Quedarán recuerdos.
     Tal vez se pueda definir como una triste historia para una persona pesimista, pero también usará esa palabra cualquier otra persona que ame, conozca y sienta su tierra. Acertarán todas aquellas personas que afirmen que esto fue triste, pero también aquellas que digan que fue terrible, devastador, increíble, espeluznante, injusto o cualquier otra palabra que te ponga la piel de gallina y que te haga sentir curiosidad al momento.
     Éstas son las consecuencias de un incendio que no quema, sino arde. Un incendio que acaba con todo lo que se encuentra a su paso, no sólo bienes materiales, como corrales o casas completas, sino también animales y hectáreas de un bosque de laurisilva con un gran significado para las personas que vivieron con él, y de él. Ese es el mismo incendio que atemoriza, que impresiona, que hace que tengas que estar alerta e informado constantemente, porque en cualquier momento tendrás que abandonar tu casa a tu pesar, sin tener apenas tiempo para pensar lo que puedes echar en el bolso, y con miedo a que se te quede algo que para ti significa mucho, y para los demás, nada en absoluto.
     Creo que vivir esto no ha sido fácil para nadie. El mismo día que comienza el fuego te sorprendes, pero piensas enseguida que es cuestión de horas, y al día siguiente te encuentras con que ha calcinado lugares que solías frecuentar. Pero aún así todavía le queda mucho por quemar, porque ni siquiera está controlado ni lo estará en los próximos días. El tema de conversación comienza a ser el mismo en cualquier lugar de la isla.      
     Todos han oído hablar acerca del incendio activo, pero nadie sabe cuánto va a durar ni qué dirección va a tomar, ya que inevitablemente estos desastres naturales se alimentan con las condiciones meteorológicas, que para entonces fueron calor, viento y más calor. Te levantas con un mal sabor de boca, porque sabes que aunque estás a salvo en tu casa, al menos de momento, hay algo en un lugar no muy lejos que está haciéndole la vida imposible a las personas que luchan por calmar las llamas.
     Decenas de bomberos se desplazan en camiones por carreteras cortadas ya al tráfico rutinario para depositar litros de agua en los puntos clave con la esperanza de poder ganarle la partida a algo que es mayor que ellos. Las tecnologías se hacen imprescindibles: televisión, ordenador y radio son las herramientas de trabajo de la población, que obedece órdenes a su pesar y observa con la boca abierta en lo que se ha convertido una "pequeña broma" de mal gusto tramada por alguien que se hacía y era el loco en ese momento. ¿Donde estará esa persona ahora, viendo las últimas noticias del incendio?
     Pronto se cae en la cuenta de que los medios terrestres se hacen insuficientes, por lo que son necesarios hidroaviones y helicópteros que trabajen durante el día y descansen cuando oscurece. El ruido de los motores se termina haciendo habitual cuando sales a la calle y miras hacia arriba pensando cuánto tardará aquel mal sueño en terminar. Sin ir más lejos, una tarde cualquiera, mientras disfrutas del buen tiempo con tus amigos, miras hacia la montaña que está delante de ti y ves una inmensa nube de humo. Enseguida dejas todo lo que estás haciendo para llegar a tu casa, con los tuyos, porque detrás de ese humo...hay fuego.
     Por suerte, entre todas esas malas noticias y malos ratos se encuentran personas que nos ayudan a que esa nube negra de humo se tiña de gris, o que aparezca incluso un pequeño agujero donde se cuele un tímido rayo de sol. Os presento a los voluntarios. Personas en paro, jubiladas, estudiantes, con diferentes vidas pero un interés común: hacer que encontremos motivos para sonreír y sentirnos bien cuando estamos alejados de casa y pendientes al caos. Realmente sería complicado barajar el precio final que se merecen todos ellos. Sería una mezcla entre cariño, trabajo, entrega y paciencia. Una simple receta que funciona, porque cuando vuelves a tu casa una vez pasado el peligro no sientes más que agradecimiento hacia ellos.
     Para todos han sido días diferentes a los que solíamos encontrarnos. Días en los que los sentimientos y pensamientos se han mezclado en cuestión de minutos en nuestro interior. Días en los que hemos visto como una parte valiosa de esta naturaleza que tanto ha costado conseguir no despertará hasta dentro de algunos años. Resulta curioso el parecido que se puede encontrar entre toda esta cruda realidad y el vuelo de un avión. Mientras vuela, se encuentra seguro, sabe a donde ir y sabe también que llegará el momento en el que tendrá que bajar a coger agua de nuevo. Llegará el momento en el que nuestra rutina se vea marcada por un hecho, por algo que "se salga de lo normal". Entonces llega la hora de aterrizar, la que menos gusta por lo peligrosa que puede llegar a ser a la hora de coger carrerilla de nuevo.
Pero el avión no se hunde en el mar, el avión sale de nuevo a la superficie, para luego volver a volar alto, alto.


Muy alto.