26 agosto, 2011

[31] Memories.

Estoy aquí, volví decidida.
No sé cuando llegué. Lo que sé es que hice un largo viaje para encontrarme a mi misma. Acabo de dejar las maletas y los pensamientos apartados a un lado, en la entrada. Decido dar una vuelta por aquella casa que me trae tantos recuerdos. Paso por la cocina, y sonrío. Como siempre, huele a orégano. Me dijiste más de una vez que era la esencia de tu madre, y con el tiempo me di cuenta de que era así. Continúo. Conforme paso por las habitaciones, me vienen a la cabeza momentos vividos en cada una de ellas. Pero según vienen, los anulo. No puedo vivir pendiente a algo que ya pasó, a costa del pasado. Sigo paseando, no tengo prisa, pero tengo claros mis objetivos. Los cuadros abundan en las paredes de aquella casa peculiar. Llego a tu habitación, y me planto delante de la puerta, como hice millones de veces. Durante un instante, mi semblante cambia. Sé que no estás alli, por lo que ya no podrás oírme ni verme llorar otra vez, pero tampoco vine a buscarte. Ahora estás lejos. Una mueca se adueña de mi rostro, tal vez una sonrisa débil. Espero que me estés viendo, porque soy yo, esa que tanto querías. Al final, decido no entrar. ¿De qué me sirve dar ese paso que me separa? 
Doy media vuelta, me dirijo a la puerta principal y recojo mis cosas. Cuando me giro, me veo reflejada en el espejo con forma de media luna que colocaste alguna vez en la entrada. Mis ojos brillan. Abro la puerta, y miro por última vez hacia atrás. No sabrás que he estado aquí, y yo tampoco volveré. 


    -Adiós.

17 agosto, 2011

[30] El espejo.

...Agotada, llegas a casa anocheciendo un día cualquiera.
Acabas de entrar a tu habitación, pasas la puerta y, no te hace falta pensar mucho para saber hacia donde mirarás ahora. Podría ser casi hasta un acto reflejo, pero no lo es. Miras y como siempre, allí está. Recuerdas que volviste loco a tu padre para que te lo colocara a tu gusto en aquella pared de color crema hace ya unos años. Lo miras, y te da la sensación de que estás viéndote cuando tenías diez años menos, sonriendo coqueta y dando vueltas con ese disfraz que te regaló tu madre por tu cumpleaños, después de haberle insistido diciéndole cuánto te gustaba. Y ahora, ese espejo se ha convertido en un testigo más de tu vida. Más de una vez pensaste que era un simple espejo, pero ahora sabes que no es así. [...]
Dejas tus cosas, y te sitúas en el sitio de siempre, justo delante de él. Desde allí tienes mejor perspectiva para verte. Ahora se ha convertido casi en un vicio. No sabes exactamente cuántas veces te miras al día. Recuerdas que, cuando ibas de compras con tu madre, te gustaba entretenerte mirando las revistas donde salían aquellas modelos perfectas que lucían vestidos y bikinis espectaculares, y soñabas con ser una de ellas cuando fueras mayor. Pero ahora te miras para ver que aunque te maquilles mucho o poco, seas alta, baja, rubia, morena, de piel clara, ojos oscuros, flaca, rellena, pelo largo o corto, liso u ondulado, pecas, labios gruesos o finos... siempre tienes que estar contenta y orgullosa contigo misma. 
Como decía una conocida película Disney...

   
                                            ¡Akuna matata!                                                                                                                                     
Elena.

09 agosto, 2011

"Perdida"

Cuando abrió los ojos, lo primero que vio fueron miles de farolas encendidas. Se levantó, y sintió frío. Estaba empapada y el suelo estaba húmedo, seguramente habría estado lloviendo no hace mucho. Intentó recordar cómo había llegado hasta allí, pero no vio nada claro en su mente. Miró el reloj. Las doce menos cuarto. ¿Qué hacía ella allí tirada a esa hora de la noche? -Tranquila-, pensó. Estaba casi segura de la calle en la que se encontraba, pero tenía que preguntar. Avanzó unos metros; a esa hora de la noche no había mucha gente paseando por ahí. De repente, vio a un anciano caminando con paso lento, ayudado por su bastón.
-Perdone señor, ¿Es esta Harley Street? -preguntó.
-Su pregunta me ofende señorita, noto un claro acento londinense en su voz. -contestó este.
-Oh, sí, perdone mi lentitud, es solo que... estaba algo perdida -respondió ella.
-No pasa nada en absoluto, a todos nos pasa alguna vez. Pues es la misma calle que acaba de nombrar, sí -prosiguió el anciano.
-De acuerdo, ¡muchas gracias!
Cuando llegó al final de la calle, buscó en sus bolsillos. No estaba. Buscó mejor. Imposible. Su preciado móvil, ese que su madre le había regalado por su decimosexto cumpleaños, ese que había llenado con miles de pegatinas y de donde había llamado tantas veces a sus amigas...había desaparecido. Pensando un poco mejor, quizá se lo habría dejado en casa, aunque esa opción era mas bien remota. Al terminar su ansiosa búsqueda, encontró varias monedas, una pinza que solía ponerse en el pelo y un paquete de chicles. Decidió acercarse a la cabina más cercana, y llamar a su madre.
-Esta noche va a ser larga, más si no regreso pronto a casa -pensó.

07 agosto, 2011

[29] Shh.

  Guarda silencio. No me digas nada. ¿Sabías que? El silencio se mueve, nos transmite cosas aunque a simple vista no le prestemos atención. Existe, está ahí, aunque a veces lo ignoremos. Hace que, cuando paremos de hablar, nos fijemos en las cosas que dejábamos a un lado, que no existían hasta ese momento en el que prestamos atención. ¿Ves? Ahora todo es mejor, todo está más tranquilo, sereno.
Estoy aquí, a tu lado, ¿sientes mi mano? Sé que no solo existimos tú y yo, pero lo pensaremos por un momento. Mira a tu alrededor. Mira el camino que hemos recorrido hasta llegar aquí, y donde nos encontramos en este instante... Mira lo que pienso, lo que siento, mira mi corazón. Mira donde todavía nadie ha sabido mirar.
Date la vuelta y mírame. Quiero que me digas las cosas que no me dijiste antes; pero con tu mirada, con el brillo de tus ojos, con la expresión de tu cara. Dime todo sin utilizar las palabras que salen siempre de tu boca, te escucharé mejor.
                                                  
                                              -Algo me dice que no es imposible.