19 agosto, 2012

Cenizas.

Seguirán existiendo veranos, pero no todos quedarán grabados en nuestra memoria. Quedarán recuerdos.
     Tal vez se pueda definir como una triste historia para una persona pesimista, pero también usará esa palabra cualquier otra persona que ame, conozca y sienta su tierra. Acertarán todas aquellas personas que afirmen que esto fue triste, pero también aquellas que digan que fue terrible, devastador, increíble, espeluznante, injusto o cualquier otra palabra que te ponga la piel de gallina y que te haga sentir curiosidad al momento.
     Éstas son las consecuencias de un incendio que no quema, sino arde. Un incendio que acaba con todo lo que se encuentra a su paso, no sólo bienes materiales, como corrales o casas completas, sino también animales y hectáreas de un bosque de laurisilva con un gran significado para las personas que vivieron con él, y de él. Ese es el mismo incendio que atemoriza, que impresiona, que hace que tengas que estar alerta e informado constantemente, porque en cualquier momento tendrás que abandonar tu casa a tu pesar, sin tener apenas tiempo para pensar lo que puedes echar en el bolso, y con miedo a que se te quede algo que para ti significa mucho, y para los demás, nada en absoluto.
     Creo que vivir esto no ha sido fácil para nadie. El mismo día que comienza el fuego te sorprendes, pero piensas enseguida que es cuestión de horas, y al día siguiente te encuentras con que ha calcinado lugares que solías frecuentar. Pero aún así todavía le queda mucho por quemar, porque ni siquiera está controlado ni lo estará en los próximos días. El tema de conversación comienza a ser el mismo en cualquier lugar de la isla.      
     Todos han oído hablar acerca del incendio activo, pero nadie sabe cuánto va a durar ni qué dirección va a tomar, ya que inevitablemente estos desastres naturales se alimentan con las condiciones meteorológicas, que para entonces fueron calor, viento y más calor. Te levantas con un mal sabor de boca, porque sabes que aunque estás a salvo en tu casa, al menos de momento, hay algo en un lugar no muy lejos que está haciéndole la vida imposible a las personas que luchan por calmar las llamas.
     Decenas de bomberos se desplazan en camiones por carreteras cortadas ya al tráfico rutinario para depositar litros de agua en los puntos clave con la esperanza de poder ganarle la partida a algo que es mayor que ellos. Las tecnologías se hacen imprescindibles: televisión, ordenador y radio son las herramientas de trabajo de la población, que obedece órdenes a su pesar y observa con la boca abierta en lo que se ha convertido una "pequeña broma" de mal gusto tramada por alguien que se hacía y era el loco en ese momento. ¿Donde estará esa persona ahora, viendo las últimas noticias del incendio?
     Pronto se cae en la cuenta de que los medios terrestres se hacen insuficientes, por lo que son necesarios hidroaviones y helicópteros que trabajen durante el día y descansen cuando oscurece. El ruido de los motores se termina haciendo habitual cuando sales a la calle y miras hacia arriba pensando cuánto tardará aquel mal sueño en terminar. Sin ir más lejos, una tarde cualquiera, mientras disfrutas del buen tiempo con tus amigos, miras hacia la montaña que está delante de ti y ves una inmensa nube de humo. Enseguida dejas todo lo que estás haciendo para llegar a tu casa, con los tuyos, porque detrás de ese humo...hay fuego.
     Por suerte, entre todas esas malas noticias y malos ratos se encuentran personas que nos ayudan a que esa nube negra de humo se tiña de gris, o que aparezca incluso un pequeño agujero donde se cuele un tímido rayo de sol. Os presento a los voluntarios. Personas en paro, jubiladas, estudiantes, con diferentes vidas pero un interés común: hacer que encontremos motivos para sonreír y sentirnos bien cuando estamos alejados de casa y pendientes al caos. Realmente sería complicado barajar el precio final que se merecen todos ellos. Sería una mezcla entre cariño, trabajo, entrega y paciencia. Una simple receta que funciona, porque cuando vuelves a tu casa una vez pasado el peligro no sientes más que agradecimiento hacia ellos.
     Para todos han sido días diferentes a los que solíamos encontrarnos. Días en los que los sentimientos y pensamientos se han mezclado en cuestión de minutos en nuestro interior. Días en los que hemos visto como una parte valiosa de esta naturaleza que tanto ha costado conseguir no despertará hasta dentro de algunos años. Resulta curioso el parecido que se puede encontrar entre toda esta cruda realidad y el vuelo de un avión. Mientras vuela, se encuentra seguro, sabe a donde ir y sabe también que llegará el momento en el que tendrá que bajar a coger agua de nuevo. Llegará el momento en el que nuestra rutina se vea marcada por un hecho, por algo que "se salga de lo normal". Entonces llega la hora de aterrizar, la que menos gusta por lo peligrosa que puede llegar a ser a la hora de coger carrerilla de nuevo.
Pero el avión no se hunde en el mar, el avión sale de nuevo a la superficie, para luego volver a volar alto, alto.


Muy alto.


26 junio, 2012

#Gritos.


"...Sonó un portazo lo suficientemente fuerte como para hacerme creer que la puerta se había cerrado y que nadie podría entrar ya allí dentro. O eso quería creer. Mi propósito, por deducción, era estar sola en aquel momento, y para siempre.
Entré y me tiré en el suelo rápidamente, incluso algo más rápido de lo normal, pero no sentí dolor. Asfixiada por la carrera, me palpé el pecho e inspiré profundamente para recuperarme, pero no conseguía calmarme del todo. Mejoré mi postura incorporándome y sentándome en ese suelo en medio de la oscuridad. Estaba frío, pero yo casi no lo notaba. Había algo más frío dentro de mí: el miedo. Si alguien hubiera entrado, lo podría saborear en todo su esplendor; estaba segura de que mi cara era el mejor reflejo de él en ese momento. "Suerte que no hay luz", pensé. Agotada cerré los ojos, doloridos y cansados de tanto llorar, intentando olvidarme de que existía, de aquel mundo convertido ahora en infierno. Respiré hondo para mantenerme con vida..."

Al principio escuché gritos. Luego me di cuenta que era yo misma gritando.
Me quedé en la cama todavía medio zombie, intentando recordar el motivo de mis gritos. Eso era: me había despertado con una pesadilla. Monstruos que me seguían, y de los que no podía liberarme. Por más que corría intentando buscar una salida, todo esfuerzo que hacía era en vano. Estaba atrapada. Tal vez eran sueños de niñas pequeñas, pensé más tarde. Aunque bueno, pensándolo mejor, podía ser que estas pesadillas vinieran por alguna preocupación, o eso decía mi madre.
No solía tener pesadillas, pero aquellos monstruos me habían atormentado durante un buen rato. 
Qué le vamos a hacer, no se puede empezar siempre bien el día.

PD: Inspirada probablemente en modelos que me hacen escribir. Puede haber continuación, aunque dicen que las segundas partes nunca fueron buenas... 

07 abril, 2012

[41] Reflexión.


Habían momentos en los cuales me temía a mi misma. 
Me asustaba estar tan segura de lo que hacía, porque eso significaba que tarde o temprano iba a fallar. Y me habría gustado equivocarme. Pero incluso cuando fallé, no tuve que esperarla. Mi sonrisa, mi confidente llegó a mi rostro sin tardar mucho. De hecho, nunca lo hacía. Lloraba riéndome. Reía llorando.
No creas que fue fácil, me mentí muchas veces para poder seguir adelante cada vez que me ocurría algo así.
Al fin y al cabo todo no era como me lo habían contado. El camino de rosas era una realidad que había quedado atrás, que me había creído hasta un cierto punto de mi vida. A veces era mejor vivir en una burbuja, alejada de todo y de todos. Pero cuando volvía a la realidad, era duro tener que aceptarlo.
No me rendí. Supuse que nada era fácil, pero tampoco imposible. Simplemente me haría a la idea de que ya vendría algo mejor, pronto. Lucharía por encontrar el camino adecuado dentro de tanta duda. Esperaría lo que hiciera falta, aunque me volviera loca día a día preguntándome cuál era la respuesta a mi pregunta.
Esa era mi realidad y mi preocupación entonces. Jamás iba a quedarme atrás. No renunciaría a lo que viniera. 
Con tal de estar aquí, allí. En algún lugar.
Contigo, o sin ti....

PD: Conversación de un día cualquiera por la noche con cierto personaje que me niego a nombrar. Demasiado corta, tal vez, pero me trae recuerdos:)

24 febrero, 2012

Hideout.



Conocí una vez un lugar que muchos desconocían. Lo supe por como me encontré aquel panorama. No fue por casualidad, la curiosidad me llamó aquel día. Bueno, la curiosidad y la falta de cosas con las que entretenerme y pasar el rato. Cuando pisé aquella peculiar habitación por primera vez, mis ojos buscaban luz. La que reinaba allí era tenue en su mayor parte, y mi mano palpaba la pared por acto reflejo con el fin de descubrir un interruptor que más tarde pude comprobar que estaba estropeado. Por suerte, era de día. Gran parte de lo que allí había estaba al alcance de mi vista. Me aventuré, con cautela. Se me hacía tan familiar, hogareño. Eso es, hogareño. Parecía como si hubieran desaparecido de repente las personas que habitaban en el lugar. Todo estaba tal cual lo habían dejado. Había sillas en torno a una mesa, algunos cacharros vacíos y sucios, cuadros colgados de las paredes, armarios abiertos. Sin embargo, pensé luego que habría pasado mucho tiempo, aquella era una casa antigua y deteriorada. No sé por qué deparé en esa habitación en concreto, pero algo significaría. No solía ni suelo creer en que todo tenga un sentido en la vida, pero en aquel momento mi estúpida fe aumentó.
¿Dónde había visto antes una cosa similar? ¿Es que acaso había ido antes allí? La respuesta era un claro no.
Pensativa, me acerqué a una de las sillas. Aquel lugar me reconfortaba, eso era lo único que podía ver con claridad. Y cuando pensé en la claridad, me di cuenta de que la luz comenzaba a cegarme.Y era la misma luz tenue que había cuando entré, pero entonces me pareció demasiado fuerte. Me levanté y cerré la única ventana que vi, sin poder evitar que las bisagras se quejaran por su repentino cambio de posición. Había acertado, llevaban mucho tiempo de esa forma. Volví a la silla, y me acomodé como pude. Cerré los ojos.
Reinaba la oscuridad. Ahora estaba mejor. Mi 'yo' interior me susurró un gracias que sólo yo pude oír.
                                                      sonreí amargamente.


PD: Podría haber sido una entrada mucho más larga, quien sabe... pero decidí ponerle el punto y final. La foto que acompaña al texto fue sacada en Macayo, el barrio de mi abuela, en una vieja casa abandonada, con mi nueva Canon. Soy toda una principiante todavía, pero me gustaría aprender cosas nuevas^^

21 enero, 2012

Bienvenido a mi fugaz vida.

..."y así, como llegó a mi vida, se fue. Sin un simple adiós o hasta pronto."
   Ayer mientras caminaba por la calle me pasó algo curioso. Vi a alguien que captó toda mi atención. No sé si entonces actuó sólo mi curiosidad. Podría haber sido un anónimo más, pero no lo fue. Lo vi mientras me dirigía a algún lugar. Como siempre, iba ensimismada en mis pensamientos. Yo no lo buscaba a él, buscaba a alguien que más tarde supe que nunca llegaría. Qué curioso, ¿no crees? Decir que lo vi por casualidad sería muy arriesgado, porque igual las casualidades no existen. ¡Pero vamos a pensar que sí!
Levanté la cabeza. Cuando lo miré supe enseguida nuevas cosas y se me olvidaron otras. ¿Cómo puede una persona transmitirte tanto en tan poco tiempo? Habían pasado segundos, ni yo misma me explicaba aquello.Allí lo tenía, sentado en las escaleras de algún edificio importante que no me molesté en determinar, sabiendo que aquella oportunidad se me iba a escapar como mismo había llegado. Había visto miles de veces en las películas esos encontronazos en las esquinas entre dos personas, en cafés o en el trabajo recogiendo algunos documentos que se habían caído "por casualidad". Mi situación no era la misma, ni mucho menos, pero guardaba cierta relación con esa lista de cosas raras e imposibles.
Era obvio: no lo conocía de nada. Pero algo me decía que tenía que conocerlo. Dar el primer paso. Me reí sola. No me atrevía ni siquiera a mirarlo, cuanto más a decirle "hola". ¿Y si levantaba la cabeza para mirarme? Moriría de vergüenza. Aquel chico tenía algo que me pertenecía. Miraba hacia su móvil, probablemente mensajes de la bandeja de entrada, o viejas fotos del verano pasado. ¡Yo que sé! Pero sonreía, algo bueno debía ser. Eso me tranquilizó y aumentó mi curiosidad al mismo tiempo. Mi corazón se debatía entre salir de mi pecho o aguardar dentro, impaciente en ambos casos. Lo quería llamar de algún modo sin conocerlo, saber todo de él, que me mirara y preguntarle quién era y qué hacía ahí. Disfrazarme del FBI por un momento. Pero ni siquiera se había percatado aún de mi presencia. ¡Me había inventado toda esta historia sin que él me mirase a los ojos siquiera! Definitivamente estaba loca, muy loca.
Segundos más tarde no sabía donde meterme. Me había sentado en un banco no muy lejos de donde él se encontraba, intentado distraerme con la gente que pasaba a mi alrededor y olvidar aquel raro suceso. Él seguía ahí. ¿Y si esperaba a alguien?
Mi mente divagaba. La realidad era que yo no estaba ahí por él. Me miré de arriba abajo un par de veces. Si iba vestida de aquella forma, había quedado con alguien, pero nadie había venido a mi encuentro.
¿Qué hacía ahí entonces?