¿Acaso he podido cogerle el gusto a despistarme?
Me mantenía en alerta para evitar tropiezos y bajaba la guardia cuando ya no había nada con qué tropezar. Era sencillo, los tropiezos me enseñaron los lugares que tenían baches en los caminos que frecuentaba, y había aprendido a saltar por encima de ellos o esquivarlos y mirar al horizonte, al futuro. Digo el horizonte porque desde mi posición tenía pinta de no tener fin, y esa idea me gustaba.
Un buen día comencé a preocuparme. Y, como no iba a ser menos, culpé al futuro (que por aquel entonces se convirtió en presente) porque no me había avisado de lo que se avecinaba. Más tarde supe que no le guardaría ninguna clase de rencor. Mira que había conocido por aquellas sendas caminantes... pero un "hasta luego" bastaba para dejarlos ir sin que me invadiera ninguna clase de extraño sentimiento. Ellos tenían su camino, y yo el mío. Fin de la historia.
Un despiste lo tiene cualquiera...pero no cualquiera sabe cuándo se despistará.
Un buen día comprendí que tenía posibilidades de despistarme. Nunca me paraba en el camino, y aquella vez lo había hecho. Luego me dio rabia ¿qué fueron, segundos? Suficiente para considerarlo y no poder olvidar. Esa vez giré todo mi cuerpo por curiosidad, sentía necesidad de mirar hacia atrás, e ignoré a mi preciado horizonte por primera vez en mucho tiempo.
Y me despisté. Me sabía el camino pero me olvidé de él por pensar en otras cosas.
Y eso nunca lo había hecho,
y entonces me preocupé,
y ahora sigue preocupándome...