-Perdone señor, ¿Es esta Harley Street? -preguntó.
-Su pregunta me ofende señorita, noto un claro acento londinense en su voz. -contestó este.
-Oh, sí, perdone mi lentitud, es solo que... estaba algo perdida -respondió ella.
-No pasa nada en absoluto, a todos nos pasa alguna vez. Pues es la misma calle que acaba de nombrar, sí -prosiguió el anciano.
-De acuerdo, ¡muchas gracias!
Cuando llegó al final de la calle, buscó en sus bolsillos. No estaba. Buscó mejor. Imposible. Su preciado móvil, ese que su madre le había regalado por su decimosexto cumpleaños, ese que había llenado con miles de pegatinas y de donde había llamado tantas veces a sus amigas...había desaparecido. Pensando un poco mejor, quizá se lo habría dejado en casa, aunque esa opción era mas bien remota. Al terminar su ansiosa búsqueda, encontró varias monedas, una pinza que solía ponerse en el pelo y un paquete de chicles. Decidió acercarse a la cabina más cercana, y llamar a su madre.
-Esta noche va a ser larga, más si no regreso pronto a casa -pensó.
-Esta noche va a ser larga, más si no regreso pronto a casa -pensó.
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