21 octubre, 2011

[35] Olvidado en un rincón.


 ...Aquel era un banco corriente para la mayoría de las personas. Situado en cualquier lugar del mundo, hacía ya tiempo que había sido arreglado por última vez. Aquel no era un banco moderno, mas bien era un banco algo pasado de la época. Ahora ese marrón oscuro que una vez lo caracterizaba había cambiado de color por quedar sin refugio cuando llovía a cántaros en aquella ciudad. Aún así, fue tantas veces testigo de encuentros, citas, de promesas, de despedidas, de tardes soleadas de verano, de gente apurada para llegar temprano a su trabajo, de juegos de niños, que se llenaban de tierra el parque cercano, de miradas cómplices entre desconocidos, de momentos felices..., que no importaba lo viejo y sucio que estuviera. Aquel banco tenía un valor enorme; pero de esto solamente se habían dado cuenta unos pocos. La vida se desarrollaba a su alrededor y muchos le daban apenas importancia. Hasta, a veces, algunos pensaron que ese viejo banco molestaba en aquella calle tan pequeña. Era un banco que acogía a personas cansadas de su rutina y los ayudaba a olvidarse de sus problemas durante unos minutos. Era un banco que obraba de buena manera y no pedía recompensa por ello. [...]
Aquel banco pasaba desapercibido para muchos, pero no para mí. No tenía nada especial, al menos eso me pareció al principio. Muchas veces ignoré su presencia, pero aquel día, al parecer, ni él ni mi caprichoso destino quisieron que eso continuara siendo así.
Y hoy no me arrepiento, quien iba a decir que bancos anónimos como ese me ayudarían a conocerte...


PD: Este texto lo escribí en casa de mi abuela, cuando ayer, hablando con ella en su cocina, vi por la ventana un viejo banco de piedra. Por ello, esta entrada me gustaría dedicársela a ella:) Abuelita, ¡te quiero tanto!

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