Aquel era el día.
Se despertó de la cama sonriente y enérgica, de hecho, no había dormido casi nada pensando en lo que le deparaba aquel día. Se duchó con su canción favorita, la que él le había dedicado un día hace ya varios meses, cuando se conocieron. Se puso una camiseta, ya había estado ojeando el armario días atrás y finalmente, se decantó por aquella, creía que era especial. Junto con esta, se puso unos vaqueros claros, a los que no puso demasiada atención. Se miró en el espejo, y casi no se conocía. Estaba radiante, los ojos le brillaban como pocas veces le habían brillado. Se echó algo de gloss en los labios y se pintó un poco los ojos, no le gustaba ir excesivamente maquillada. Después de comprobar como había quedado un par de veces, se puso los zapatos y cogió una chaqueta, iba a estar fuera mucho tiempo... y si no quería volver? No, aquello era una locura, pero aquel momento esperado durante tanto tiempo, iba a llegar... y no se lo creía todavía! Bajó las escaleras y empezó a caminar hacia el lugar donde habían quedado. Estaba nerviosa, a cada rato se miraba en el espejo, sacaba el móvil, miraba la hora. No, aquel día no llegaría tarde, se había levantado muy temprano. Después de diez minutos caminando y comprobando su estado millones de veces, llegó. Había mucha gente, pero sabía que no era difícil encontrarlo. Se acercó hacia el banco más cercano, y se sentó. Cuando miró al frente, alguien se acercaba a ella. El corazón le palpitaba, no podía ser él. Tantos días, horas, meses esperando, y, allí estaba.
-Hola.
Ese día podría ser el primero de su nueva vida. Y ella lo sabía.
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