Llueve. Llueve fuera, en la calles, en la plaza. Llueve dentro, en mi.
Hay veces que el tiempo se ajusta en perfecta medida a lo que sentimos. Y hoy hace frío, cuesta ver el paisaje, hay niebla que impide que veas con total nitidez las cosas. La lluvia no es una lluvia normal, no asusta, pero es continua. No hace daño, pero no cesa. Con un tiempo como este, no hay nada que te anime a salir a la calle. Prefieres quedarte donde estás, arropada con alguna manta vieja o mirando por la ventana como las gotas llegan al suelo, incluso escuchándolas, si hay bastante silencio. Piensas, "no siempre puede salir el sol", pero en ese momento es cuando más lo deseas. Pero por desgracia no tenemos un mando que nos permita pulsar 'ON' u 'OFF' para controlar a tu antojo las cosas. Ahora no toca divertirte afuera, en tu sitio favorito, con aquella persona que más deseas. Toca esperar a que el tiempo te permita vestirte con ropa ligera para ir a disfrutar del sol. Toca esperar a que escampe.
Por un momento el ruido de las gotas disminuye...y pienso:
-¿Parará de llover pronto?
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