Caía. Y lo peor no era eso, era que esta vez estaba sola. Me precipitaba en el vacío de mis sentimientos. Odiaba hacerlo, pero últimamente aumentaban esos ratos de charla conmigo misma. Me preguntaba cosas, aunque nunca llegaba a una respuesta clara. Seguía cayendo, y miraba a los lados buscando a alguien que no llegaría. Sentada, escuchaba música en mi habitación, pero había olvidado la letra y el cantante. Intentaba pero seguía sin lograr olvidarlo de una vez por todas. Recuerdos. Primero vagos, y luego abarcaban la totalidad de mi cabeza. Aquella cabeza que deseaba que no fuera mía en ese momento. Mi mente viajaba, semanas atrás, cuando, aún sin creerlo, había conocido a esa persona, y esta misma se había convertido, de la noche a la mañana, en una parte importante de mi monótona vida. Odiaba tener que reconocer que lo quería, pero había que ser realista.
Lágrima número uno, había vuelto a perder mi fortaleza, esa de la que tanto dudaba a veces. Pero era mejor así, si tenía que llorar mil veces, lo haría, pero aquellas lágrimas me enseñarían a no tropezar con la misma piedra dos veces...
Alrededor de treinta y un días pensando que mi vida dejaba de darme la espalda, por fin. Las mañanas pasaban lentamente, pues deseaba estar con él y sabía que las tardes eran mi refugio. Dejaba a un lado hasta mis propios planes con tal de verlo un momento del día...El lugar de encuentro no había sido una casualidad, ni mucho menos, pero aún así me encantaba. Desde aquel lugar veía la playa, y lo sentía también a él, a mi lado, haciéndome compañía. ¿Qué mas podía pedir? Hermoso paisaje. Los días comenzaron a pasar, y pronto perdí la cuenta de los minutos, segundos que había pasado a su lado. Y que conste que lo intenté, pero cuando lo veía acercarse, es más, cuando veía que sonreía perdía la noción del tiempo. Flotaba.
*Beep, beep*
Un ruido repentino me despertó de mis ideas, y escapé de mis pensamientos. Sonreí aun teniendo lágrimas en las mejillas, y utilicé la manga de mi camiseta para secármelas. Un nuevo sms llegaba a mi buzón. Mis amigas habían vuelto a escribir el mensaje ideal para animarme en esa ocasión. Siempre lo hacían.
Me dolió todo el cuerpo, había pasado mucho tiempo sentada en esa alfombra.
Quizás demasiado.
PD: Gracias por dejar que mi imaginación fluyera a su antojo y me ayudara a escribir, por llamarlo de alguna manera, un momento de tu vida. ¡Vas en camino de ser un cuento! Espero que se acerque lo máximo a la realidad, al menos ese es mi objetivo. Te quiero:)
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