17 agosto, 2011

[30] El espejo.

...Agotada, llegas a casa anocheciendo un día cualquiera.
Acabas de entrar a tu habitación, pasas la puerta y, no te hace falta pensar mucho para saber hacia donde mirarás ahora. Podría ser casi hasta un acto reflejo, pero no lo es. Miras y como siempre, allí está. Recuerdas que volviste loco a tu padre para que te lo colocara a tu gusto en aquella pared de color crema hace ya unos años. Lo miras, y te da la sensación de que estás viéndote cuando tenías diez años menos, sonriendo coqueta y dando vueltas con ese disfraz que te regaló tu madre por tu cumpleaños, después de haberle insistido diciéndole cuánto te gustaba. Y ahora, ese espejo se ha convertido en un testigo más de tu vida. Más de una vez pensaste que era un simple espejo, pero ahora sabes que no es así. [...]
Dejas tus cosas, y te sitúas en el sitio de siempre, justo delante de él. Desde allí tienes mejor perspectiva para verte. Ahora se ha convertido casi en un vicio. No sabes exactamente cuántas veces te miras al día. Recuerdas que, cuando ibas de compras con tu madre, te gustaba entretenerte mirando las revistas donde salían aquellas modelos perfectas que lucían vestidos y bikinis espectaculares, y soñabas con ser una de ellas cuando fueras mayor. Pero ahora te miras para ver que aunque te maquilles mucho o poco, seas alta, baja, rubia, morena, de piel clara, ojos oscuros, flaca, rellena, pelo largo o corto, liso u ondulado, pecas, labios gruesos o finos... siempre tienes que estar contenta y orgullosa contigo misma. 
Como decía una conocida película Disney...

   
                                            ¡Akuna matata!                                                                                                                                     
Elena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario