23 octubre, 2014

Olas bipolares

Las olas no duermen,  siempre andan despiertas, alerta. Sabía cogerlas desprevenidas cuando la marea bajaba, acariciándolas, siendo parte de ellas. Reía con esa maravilla.
Luego supe que eran olas. Y las olas no tienen recuerdos. Por eso huía más tarde, cuando había marejada. Se ponían agresivas, parecía que no me recordaban.
Insistía a diario. Me acercaba a la playa tratando de entender qué mal les había hecho para que se avalanzaran sobre mí en horas concretas del dia, y su respuesta era siempre la misma: buscar con fuerza la orilla y morir tras ello, exhaustas.
Conocí las lunas, estudié las mareas. Conecté con el mar y, contemplaba la luna reflejada en el agua.
A pesar de todo, nunca conseguí hacerme amiga de las olas.

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